jueves, 16 de mayo de 2013

VUELTA A EL REGATO



No se trata de un recorrido, un paseo ni una excursión  al pueblo de El Regato.  No.
 Hablo del Colegio El Regato donde trabajé 32 años,  dando clases a adolescentes estudiosos, responsables, críticos y reflexivos  muchos;  algunos adolescentes descerebrados, muy pocos.  Pues ahí he vuelto, de nuevo,  a cumplir con el Contrato de Relevo. Nada de volver a dar clases de Filosofía o Historia a esos nuevos adolescentes Reflexivos/descerebrados. No. He vuelto a cuidar clases, a vigilar a los alumnos, a sustituir a profesores. Siempre odié las guardias, las vigilancias, las sustituciones. Pero este año me ha tocado y he sobrevivido. Además me han cambiado de sitio, de nivel, de edades. He estado en Primaria, con niños de 7 años hasta los 12 años. Nunca había dado clases a niños tan pequeños.
Este nivel, estas edades, estas metodologías han sido muy impactantes para mí. Acostumbrado al orden, silencio, respeto, autoridad… me he encontrado con el ruido, la espontaneidad, el desorden, la cercanía. ! Impactante, muy impactante! He cuidado una clase de Scrach, he vigilado una sesión de juegos matemáticos,  he aplicado el método Kagan,  he vivido una sesión de Coaching… y más metodologías modernas..Pero también he cantado con ellos la tabla de multiplicar, les he ayudado en cuestiones de lengua, geografía…  Y , sobre todo les he contado historias (anécdotas y salidas al monte con alumnos mayores).  Y es que no sé cuidar, vigilar una clase, poniendo simplemente orden. Necesito interactuar con el grupo humano. Necesito comunicar algo, comunicarme, escuchar.
A pesar de las edades, mi inexperiencia y  mi impaciencia… la comunicación ha resultado, ha fluido y, aunque muy cansado, ha sido gratificante. Esto no se puede decir, pero es verdad .Al principio me preguntaban, alguno, que si tenía más de mil años. Otros que por qué tenía los dientes torcidos. No pocos que si había dado clase a sus hermanos mayores.. Luego descubrían  y me lo hacían saber que yo había dado clase a sus padres.. ¡Qué fuerte!
Y así he pasado por  20 clases distintas. Unos 450 alumnos nuevos en mes y medio. Con todos he interactuado, en todos he puesto un poco de orden y a todos les he contado la misma o parecida historia. De la necesidad he hecho virtud y para no aburrirme y para imponer orden y silencio, les contaba una historia. Y casi todos han alucinado, se han divertido, han escuchado y se han sorprendido. Las viejas metodología también funcionan todavía, a pesar de la era de la informática. Preferían la historia a una película. Yo alucinaba. Y en todo este proceso te daban una cosa: Cariño.
¿Repetirías? Pues, no. Ya voy  mayor y al abuelo cebolleta se le acaban los cuentos. De la necesidad hagamos virtud y  saquemos siempre el aspecto positivo de las cosas.