CAIN Y LA TEODICEA
Acabo de leer la última novela de Saramago, titulada Caín, y me ha recordado la Teodicea, esa parte de la filosofía que reflexiona sobre el sentido de la vida y del universo, que reflexiona sobre la trascendencia, sobre Dios o la Conciencia Universal.
La novela no tiene desperdicio y está dotada de una fina ironía y de una crítica inteligente y maliciosa sobre el dios del Antiguo Testamento. Creo que para disfrutar de ella es necesario conocer la llamada Historia Sagrada y haberse planteado alguna vez el tema de la trascendencia o el sentido de la vida.
La tesis de la novela es muy sencilla: Si dios es perfecto y bueno y además lo sabe todo y está en todas partes, no podría permitir que haya mal en el mundo, que mueran y sufran los hombres y menos los niños inocentes.
Siguiendo los acontecimientos que narran el Nuevo Testamento se demuestra lo contrario: Dios no se entera de muchas cosas, sólo busca que le adoren, es un sádico con los que quiere, está lleno de odio y de venganza, provoca guerras, destruye ciudades, mata a seres inocentes… y toda otra serie de lindezas. ¡Vaya que ha habido dictadores a lo largo de la historia que se han quedado cortos en cuanto a su egocentrismo y su sadismo.!
En conclusión Dios no puede existir.
De acuerdo, Señor Saramago.
Mientras leía este libro tenía que asistir a los funerales de dos compañeras de trabajo, jóvenes las dos, más jóvenes que yo, y el sacerdote hablaba del amor de Dios hacia esas personas y hacia su familia. Hablaba del sentido cristiano de la vida, de que los caminos de Dios no son explicables. ¡Pero de qué hablamos! Y yo intentando ser respetuoso con la religión y la creencia.
Mientras leía este libro se producía el terremoto en Haití. La desgracia cae en el país más pobre de América, llevándose miles de muertos y heridos. Y el reciente obispo de Guipúzcoa afirmando que no es tan grave esa desgracia como la dureza moral de algunos de sus feligreses. ¡Pero de qué hablamos!
De acuerdo, Señor Saramago.
San Agustín, Santo Tomás, Descartes, Marcel y otros filósofos aportan pruebas para demostrar la existencia de Dios y el sentido maravilloso, aunque un poco misterioso, de la vida humana. Yo aporto esas tres pruebas de lo contrario.
Ya nos gustaría que existiera una Conciencia o Espíritu o Dios, maravillosos y buenos que buscaran la felicidad de los hombres para que la vida humana fuera una aventura gozosa, donde todo tuviera un sentido y un final feliz… pero…
Hoy por hoy me considero escéptico, agnóstico, pero optimista y agradecido por seguir vivo. ¿Y tú qué opinas?