EL SENTIDO O EL SINSENTIDO DE LA VIDA
Este título recoge tal vez la pregunta fundamental del ser humano. Es el problema más importante para el hombre. ¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, por qué estamos aquí, qué hacemos aquí, qué hay detrás de todas estas apariencias, hay algo después de esta vida? En definitiva, ¿ todo tiene un sentido aunque quizá oculto, todo tiene una explicación, una lógica, una racionalidad? ¿O nada tiene lógica y es fruto de un azar de unas fuerzas ciegas, caducas y contingentes?
Estas cuestiones vitales ha movido la historia del pensamiento humano. Primero las religiones, el pensamiento mítico, luego la filosofía y la racionalidad y por último la ciencia positiva han ido dando respuestas a estas cuestiones. Toda la epistemología se reduce a resolver esta pregunta fundamentalísima.
A )Hasta el siglo V. a. Cristo, en Occidente, todas las respuestas tenían un carácter mitológico, animista, teísta basadas en la imaginación y en la fe. Toda la realidad y la vida humana se hacían depender de la voluntad de los dioses. Estos daban sentido a las cosas, estos organizaban la vida, la dirigían y la ordenaban. El aparente caos y las contradicciones, y los misterios estaban manejados por una voluntad e inteligencia superiores. Todo tenía un Sentido oculto para la mayoría de los mortales, pero real, verdadero, auténtico, profundo para los que tenían fe, para los que lo sabían ver, para los sacerdotes, magos o hechiceros.
Evidentemente para los creyentes la Vida tenía y tiene un Sentido, una cierta Lógica y todas las cuestiones arriba planteadas tenían Respuestas. Se había solucionado el Problema fundamental.
B ) Nació la Filosofía en Grecia y tambaleó todas esas interpretaciones. Volvió a hacerse las mismas preguntas, pero dio otras respuestas. No le convencían esas respuestas mitológicas. Eran muy bonitas, muy creativas, muy artísticas, pero no se podían argumentar ni fundamentar. Estaban basadas en la pura imaginación y fantasía. Una cierta tristeza se apoderó del mundo, porque los reyes magos no existían, ni los cuentos de hadas. Había que buscar respuestas racionales, basadas en la argumentación. Los filósofos crearon un método de reflexión y de argumentación racionales. Desacralizaron el universo, desterraron la fantasía, la imaginación y la creencia e impusieron la racionalidad. Abordaron esas cuestiones y crearon unos sistemas lógicos y coherentes para responder a esos interrogantes.
Para muchos filósofos, sobre todo antiguos, el universo y la vida humana tienen un sentido lógico y racional: toda la realidad es lógica, es matematizable, tiene un orden que está dirigido por un Espíritu, una Idea, una Inteligencia… Muchos filósofos llaman a la Trascendencia para responder a todos los problemas. La vida humana, la ética, el más allá y la organización social se comprenden desde una Razón o una Naturaleza Superior que las dirige, y las debe ordenar. Platón, S.Agustín, Descartes, Hegel serían los más genuinos representantes de esta corriente. ¿No se parece esta respuesta filosófica a la respuesta mítica? Pues sí, aparentemente, por lo menos en el resultado, pero hay una profunda diferencia: la filosofía hace un esfuerzo serio por utilizar solamente la razón y los criterios racionales, prescindiendo de la fe y la creencia.
Este esfuerzo es tan serio que en esas interpretaciones de algunos filósofos se encierra cada vez con más fuerza el carácter crítico de esa razón. Diríamos que esa razón, torpe al principio, se va perfeccionando y afilando para que sea lo más objetiva posible. Esa razón es cada vez más exigente en su método y en sus criterios racionales, es cada vez más crítica y autocrítica.
Por otro lado van apareciendo otros filósofos que critican esas visiones optimistas y trascendentes, esas visiones racionalistas y optan por el escepticismo y el empirismo. También son filósofos, utilizan el método racional, crean unos sistemas coherentes pero afirman que el conocimiento humano es limitado, no puede ir más allá de los datos sensibles, está estructurado por categorías, esquemas, aprioris… que hacen que el conocimiento humano siempre sea una interpretación. Nunca este podrá llegar a la verdad, luego estas cuestiones profundas no tienen una respuesta lógica, verdadera, real, única y definitiva. Estamos condenados a interpretaciones, al subjetivismo, al relativismo. El sentido del universo, de la vida humana, del más allá, de la ética universal… no tiene una respuesta única, verdadera y objetiva. Hume, Nietzsche, Marx, Sartre … serían los representantes de esta otra corriente filosófica más pesimista, mas realista, más relativista. Por fidelidad y honestidad con la razón humana y su método rechazan ese optimismo, ese Espíritu, ese orden trascendente y maravilloso que da sentido a todo.
Esta nueva versión, más moderna por cierto, rechaza primero el mundo mítico, el mundo religioso, el universo sacralizado… y habiendo aceptado después lo racional, la conciencia, el sujeto, descubre que no existe Una Diosa Razón que fundamente el orden trascendente del universo y de la vida humana. Filósofos ellos, amantes de la razón, han encontrado en su labor crítica que la Razón no existe, que no hay criterios universales, que no hay un Sujeto único, que no hay una Conciencia Universal. Definitivamente para la filosofía contemporánea el Sujeto ha muerto, la Conciencia es impura, la Razón está manchada.
“No, señores, la vida no tiene sentido o por lo menos nosotros no se lo encontramos, siendo honestos con nosotros mismos y con nuestra razón. Y la verdad es que nos gustaría poder ser más optimistas, más amables, más consoladores, quizá más ingenuos…pero no podemos por respeto a la razón y por honestidad con nosotros mismos”, podrían decir estos filósofos.
C) Nació la Ciencia en el siglo XVII en Europa. Primero de manos de la filosofía, a partir de los criterios de racionalidad encontrados por esta, y luego de manera autónoma se fue abriendo camino. Encontró su método de investigación, basado en la observación y en la experimentación que le permitió conocer la realidad y los fenómenos de manera objetiva, clara, precisa y exacta. La racionalidad, ahora sí, llegaba a una verdad objetiva que ponía de acuerdo a todos los hombres. Este es el gran hallazgo de la humanidad. El subjetivismo de la filosofía, sus interpretaciones relativistas, sus teorías contrapuestas, sus argumentos injustificados… todo ello se solucionaba con la nueva Ciencia. Esta fue comiendo el campo de la filosofía. Donde esta se atascaba la ciencia solucionaba. La filosofía fue retrocediendo, cediendo temas, campos y problemas a medida que la ciencia avanzaba y solucionaba.
La Ciencia se convirtió en el nuevo saber, en el único saber que tenía o tendría la solución a todos los problemas humanos. Un saber exacto, objetivo, verdadero y práctico, además. Este nuevo conocimiento estaba destinado a acabar con los otros dos y a convertirse en el único y definitivo. (Positivismo de Comte.) Esta ciencia fue solucionando las grandes preguntas arriba expuestas: El Big Band, La Materia que ni se crea ni se destruye, la esencia de la vida, la Teoría de la evolución, el Genoma humano, las Sinapsis cerebrales… todas estas investigaciones y demostraciones suponían el varapalo definitivo para las cuestiones religiosas y filosóficas.
Este es el sentido de la vida humana, estas son las respuestas definitivas que eliminan el Sentido Trascendente que las Religiones y algunas Filosofías querían mantener. Definitivamente, la vida humana no tiene sentido trascendente, la vida humana es un sinsentido trascendente: No existe Una Inteligencia superior, ni una Conciencia, ni un Espíritu, ni un Orden lógico y racional.
Pero pronto vinieron las críticas a este cientificismo más o menos dogmático. Una crítica vino, como no podía ser menos, desde la Religión y desde algunas Filosofías. La ciencia, decían estos, sobrepasa su método, se extralimita en sus valoraciones, porque sólo puede hablar de lo observado, de aquello que tenga datos observables, y las preguntas del sentido o sinsentido de la vida y del ser humano no son observables, luego la ciencia no puede atribuirse ese papel. Son estas, cuestiones que la sobrepasan, que están a otro nivel, que no es el científico. Además la ciencia en su investigación, muy útil y legítima, sólo explica cómo funciona el universo, pero no explica el porqué, sólo busca las causas inmediatas de la realidad y no las causas últimas. Las cuestiones arriba señaladas buscan las causas últimas de la realidad y el porqué último, luego la ciencia no tiene ni puede tener la clave del sentido de la vida humana. Por último hay problemas fundamentales para organizar la convivencia humana como la ética, para los cuales la ciencia de ninguna manera tiene la solución.
Otra crítica vino después desde dentro del mismo campo científico. Nos referimos a los nuevos paradigmas científicos de la Física Cuántica contemporánea, del Principio de Indeterminación de Heisenberg, de la Teoría Atómica de Borg, de la Teoría de la Relatividad de Einstein… Sin entrar en dichas teorías recogemos la esencia, el meollo, que viene a afirmar que la ciencia no es dogmática, no puede alcanzar la verdad absoluta, no puede conocer la realidad tal y como ella es. Esto es muy fuerte contra el Cienticismo y el dogmatismo. La modestia de la ciencia contemporánea, el relativismo y un cierto escepticismo ponen en cuestión las pretendidas respuestas definitivas a las grandes cuestiones. Como no podía ser menos, también aquí aparece una postura crítica y autocrítica desde el interior de la misma ciencia. No hay tampoco aquí conocimientos únicos, ni dogmáticos, ni verdaderos. La ciencia es una interpretación de la realidad, la ciencia crea modelos que explican la realidad, pero en ambos casos la aportación del sujeto, sus categorías, sus estructuras, sus aprioris, el observador, altera la realidad observada. No es posible ya el objetivismo, en ningún caso, y menos en las cuestiones vitales y de sentido. Estamos también aquí en un escepticismo y relativismo.
D) SOLUCIÓN? Pues no la hay, aunque ya se intuye por donde va a ir mi respuesta y posicionamiento.
Vaya por delante que toda esta disquisición histórica no es una mera demostración intelectual, sino la historia misma de mi evolución vital ante este problema. En mi vida personal he pasado, reflexionado y sufrido las tres etapas. Fui una persona creyente y muy creyente que creyó encontrar sentido a todo en la religión, en un ser trascendente, bueno y padre que explicaba todos los interrogantes, misterios y enigmas del ser y de la vida humana. Crisis existenciales y vitales posteriores me llevaron a un racionalismo platónico y cartesiano que me permitieron fundamentar mis convicciones éticas y mi visión del mundo y de la vida en una Realidad Trascendente, en una Conciencia más o menos razonadas. Mi vida volvía a tener sentido claro, racional, que explicaba el misterio, anulaba el absurdo y calmaba la mente y daba sentido a casi todo. Otra crisis existencial, vital y dolorosa anulaba esa visión, le dejaba a uno sin respuestas y sumido en una angustia existencial. Jubilado ya, pero en mi madurez intelectual y afectiva, creo haber encontrado MI salida y MI ¿solución? a este problema. Me considero un ESCEPTICO HUMANISTA.
Con tres frases pretendo explicarla: “Hemos recibido la existencia “a tergo”, por la espalda, a traición – Sastre. “Caminante no hay camino, el camino se hace al andar” –A. Machado. “Hay que mantener la dignidad del pensar” – Ortega y Gasset.
1.- “Hemos recibido la existencia “a tergo”, por la espalda, a traición – Sastre.
Nuestra vida en su origen no tiene sentido, no tiene un sentido maravilloso, hemos nacido por casualidad, nadie nos ha consultado, nos han arrojado a traición a la vida. Esta es la respuesta al de dónde venimos. No había un plan para que nosotros naciéramos, no estábamos en la mente de nadie. No somos tan importantes como para que el mundo, los demás nos necesitaran. Ni la naturaleza, ni Dios, ni el Destino tenían como objetivo que nosotros apareciéramos. Somos fruto de una noche loca de nuestros padres, nada más, a veces hemos nacido contra el deseo de nuestros padres. Así de triste, así de azaroso, así de casual. No creo en ningún plan trascendente y misterioso. ESCEPTICISMO.
2.-“Caminante no hay camino, el camino se hace al andar” –A. Machado.
Sirva esta frase para responder al hacia dónde vamos. Pues no vamos a ninguna parte, no hay caminos marcados, no hay nada establecido previamente, ni siquiera hay unas leyes naturales inmutables, ni unas normas objetivas universales. Nadie ha marcado nada, ni la Naturaleza, ni Una Conciencia Trascendente, ni Dios, ni un Espíritu. Estamos solos, sin Guías externas ni internas. Cada uno busca su camino a tientas, preguntando, reflexionando. No hay mapas de la zona. No vamos a ninguna parte, no hay un destino, un objetivo. Sólo nos espera la muerte y se acabó, tampoco hay nada más allá. -Es triste?- Que va. Es una aventura maravillosa, la única oportunidad que tenemos de existir y de vivir. Hay que aprovecharla y punto. ESCEPTICISMO.
3.- “Hay que mantener la dignidad del pensar” – Ortega y Gasset.
En esta oportunidad, llena de posibilidades, que es la vida humana y que no es poco, contamos con la libertad y la razón, con la conciencia. ¡Ojo, conciencia con minúsculas! Esta conciencia, por si acaso, es fruto de la evolución, de una mutación, de un error de la naturaleza. Nada preconcebido ni buscado. Pero es una maravillosa mutación que nos da infinitas posibilidades de disfrutar, de construir, de crear, de inventar, de compartir, de amar, aunque también de destruir, odiar.. Gracias a esa conciencia podemos organizar nuestra vida, podemos elaborar mapas, hacer el camino, establecer señales, agruparnos, construir normas, elaborar arte, escritos, comunicarnos y ser felices, muy felices en una vida social y colectiva compartida y solidaria. Así la vida podría ser maravillosa, sin otras necesidades trascendentes, sin otros interrogantes insolubles.
Esa conciencia tiene y es una razón, con minúsculas, que debe servirnos de guía, para solucionar todos los problemas humanos.
A pesar de este ESCEPTICISMO anteriormente descrito, hay que afirmar el pensamiento y la razón, lo más importante que tenemos, hay que mantener al yo, que es lo único que somos. Esta razón y este yo si no los manejamos bien nos pueden llevar a la infelicidad y a la destrucción. Deben ser una razón y un yo del consenso, del acuerdo, del diálogo, para nada dogmáticos, puesto que no hay verdad absoluta. Una razón perpectivista, histórica, vital que vaya haciendo la vida más humana y más racional.
Aquí es donde podrían coincidir la razón crítica de la filosofía contemporánea y la ciencia física y matemática cuánticas y no euclidianas. HUMANISTA